lunes, 24 de marzo de 2014

Like father, like son. El significado de la paternidad

¿Quién es mi hijo? A partir de esta pregunta fundamental estructura Koreeda una telaraña de ideas que acaban por conformar su personalísimo mosaico sobre los conflictos de la paternidad. A pesar de la importancia de la figura filial en el film, no es Like father, like son una película sobre la infancia como compleja etapa de incertidumbre (como lo serían sus anteriores y aclamadas Nadie sabe o Kiseki), ni tampoco una historia sobre los grandes conflictos paterno-filiales plasmados en sus problemas generacionales y errores trágicos. Al contrario, los niños adquieren en la película un carácter especular, convirtiéndose en una especie de tabla de pruebas en que se pone en juego la estabilidad y la entereza de la figura paterna (de ahí la importancia de la pregunta inicial), criatura única cuyo misterio pretende desentrañar el director. Así, a través de la historia de unos padres que descubren tras seis años de crianza que el hijo que creían suyo no lo es en realidad, Koreeda lanza una serie de cuestiones alrededor del tema planteado que tienen tanto de acierto como de complejidad.
¿Cuándo se convierte un padre en padre? ¿Con quién debería éste quedarse: con su hijo natural o con el que creyó y crió como suyo a lo largo de seis años? ¿Es un padre capaz de aceptar el fracaso de un hijo al que ha educado a su imagen y semejanza? No pretende el director japonés dar una respuesta inequívoca a sus interrogantes, tan sólo exponer el proceso emocional de sus personajes alejándose del didactismo fácil. A través de una sorprendente falta de condescendencia con su protagonista, personaje distante con que el espectador no encuentra forma de pactar emocionalmente (ni desde la sensibilidad ni desde la malicia), Koreeda persigue el proceso de aprendizaje de un padre que acaba por desvelarse mucho más inmaduro que su propio hijo. Subvierte así una concepción universal de la jerarquía paterno-filial y, en su impecable visión de la complejidad infantil, termina por alertarnos que en ocasiones los adultos tienen también mucho que aprender de los niños, generalmente relegados como figura psicológicamente inferior.

En Still Walking, el director nipón tomó el cine de Ozu como gran referente a la hora de elaborar un melodrama familiar en que a partir de la especialidad de la tradición japonesa pudiese aflorar la universalidad de los conflictos sanguíneos. En Like father, like son, aunque con una influencia mucho menos acusada de aquél, busca igualmente sonsacar la emoción del gesto puramente cotidiano. La película se estructura así con una concatenación de pedazos de vida dotados de una poesía naturalista, una cuidadísima puesta en escena y unas exquisitas notas de humor. En la misma línea del retrato contemporáneo de Japón, la última película de Koreeda elabora también un discurso sobre las clases sociales a partir de la contraposición entre esas dos familias (una de clase media-alta y otra de clase media-baja) cuyos hijos intercambiados son símbolos de dos formas de educación contrarias. Sin caer en el maniqueísmo en que se desvela la podredumbre de los ricos y la felicidad natural de los más humildes, la grandeza de Koreeda reside en su pericia a la hora de elaborar un discurso social sin apenas mencionarlo y sin juzgar a sus personajes. El resultado es una película que es reflejo de la finísima sensibilidad de un director capaz de casar la tradición con la universalidad, la tristeza con el humor, la contención con el sentimiento y el dolor con la esperanza.  

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